PANTEÓN EGIPCIO
La religión del
Antiguo Egipto comprende varias creencias religiosas y rituales practicadas en
el Antiguo Egipto durante más de tres milenios: desde el período predinástico
hasta la adopción del cristianismo tras la romanización. La religión egipcia se
caracterizaba por aceptar varias cosmogonías (relatos míticos que pretendían
dar respuesta al origen del Universo y de la propia humanidad) coexistiendo de
manera más o menos armónicas, en diversos períodos históricos. Estas creencias
se centraban en la adoración de múltiples deidades, que representaban varios
aspectos de la naturaleza, simbolizando ideas y funciones de poder, expresados
por medio de complejos y variados arquetipos.
DEL POLITEÍSMO AL
HENOTEISMO Y MONOTEISMO DE AKENATON
Durante la Dinastía
XVIII, los faraones egipcios habían magnificado la condición de ciertas
deidades singulares, como es el caso de Amón, a creadores universales con
muchas manifestaciones, de manera similar a los conceptos trinitarios también
encontrados en el cristianismo: la creencia de que un dios puede existir en más
de una persona.Sin embargo, no se practicó el monoteísmo, excepto en el breve
período del reinado de Ajenatón, el fundador del Atonismo.
CULTOS RELIGIOSOS
Estas deidades eran
adoradas con ofrendas y oraciones por los faraones, en los santuarios de los
templos. El pueblo los veneraba durante las procesiones, expuestos en templetes
exteriores, sobre barcas rituales portadas por los sacerdotes. Apoyados por la
realeza, destacaron diferentes dioses en diversos períodos de la historia
egipcia y los mitos asociados con ellos cambiaron con el tiempo, así que Egipto
nunca tuvo una jerarquía coherente de deidades o una mitología unificada; sin
embargo, la religión contenía muchas creencias generales.
LAS MÚLTIPLES
REPRESENTACIONES DE LOS DIOSES
Algo realmente
destacable en el panteón egipcio, era la diversidad de forma que tomaban sus
dioses, desde dioses con imagen totalmente humana, o humanas con cabeza de
animal, totalmente animal, vegetal u sencillamente un objeto. Su religión no
era homogénea puesto que bajo la forma de numerosos dioses podía ser venerado
un mismo principio religioso. O un mismo dios ser representado de distintas
formas, dependiendo la época o lugar de la representación. Resulta imposible
ordenar las divinidades egipcias en categorías precisas. Dos son las razones
principales: la complejidad de las ideas religiosas en Egipto y el largo
período de tiempo en el que se desarrollaron.
COSMOGONÍA DE LA
CREACIÓN EGIPCIA
Es bien conocido que
los antiguos griegos imaginaban el universo, con centro en la Tierra, como una
sucesión de esferas concéntricas en las que se situaban el Sol, la Luna, los
planetas y el fondo de estrellas fijas. Pero, ¿cómo imaginaban los egipcios la
forma del universo?
Para acercarnos a la
concepción egipcia de la estructura del universo debemos acudir a diversos
textos religiosos y cosmogónicos, pero también a algunas representaciones que,
igualmente, aportan pistas. Son numerosas las imágenes en las que Geb, Shu y
Nut aparecen simbolizando, en esencia, la Tierra, la atmósfera y la bóveda
celeste, respectivamente. Esta iconografía reproduce la visión que los egipcios
tenían del universo inmediato
En este sentido una
de las imágenes más sugerentes es la que nos ofrece la tapa de un sarcófago de
la dinastía XXX descubierto en Saqqara. El círculo interior muestra una lista
de nomoi o provincias de Egipto, verificando así que para ellos Egipto era el
centro del universo. Alrededor, un segundo círculo muestra repetido el texto
“países extranjeros”, con las diosas del este y del oeste marcando los límites
de la Tierra. Alrededor, el cuerpo arqueado de la diosa Nut, representando el
mundo celeste que rodea a la Tierra. A través de Nut navega el Sol, por el día
y por la noche, en este caso rodeado de estrellas. Esta idea de Nut, como diosa
que personifica el mundo celeste es claramente visible en la iconografía del
Libro del Día y Libro de la Noche, bellamente expuesto en la tumba de Ramsés
VI.
La duat, el Más Allá
de los egipcios, quedaba también en una parte de ese mundo celeste. Era un
espacio conocido por los dioses y por los difuntos, y parcialmente por los
vivos. Los llamados Libros del Más Allá, que tan importantes fueron en la
decoración de las tumbas reales del Valle de los Reyes, describen la duat
siguiendo el camino que toma el astro solar y su comitiva durante la noche.
Pero ¿había para los
egipcios algo más allá del mundo celeste y de la duat? El Libro de Nut, bien
conocido en ejemplos de Seti I y Ramsés IV y por papiros tardíos como el
Carlsberg I, nos aporta una clara respuesta a este problema:
“La lejana región
del cielo existe en absoluta oscuridad. Se desconocen sus fronteras sur, norte,
oeste y este. Éstas están establecidas en el nun, inertes. Allí no existe la
luz del ba, una tierra cuyo sur, norte, oeste y este no es conocida por los
dioses y los akhu. Allí no existe ningún tipo de luz”.
El nun, por tanto,
ese lugar desconocido por los dioses y por los akhu, está más allá del mundo
celeste. Tan lejano que no es conocido, pues sólo la esencia de Atum, el
demiurgo, estuvo en un tiempo precreacional allí. El papiro demótico Carlsberg
I explica, además, que “sucede que la oscuridad allí es mucho mayor que la que
existe en la duat”. Ese espacio es ilimitado, eternamente oscuro, inerte,
silencioso, todo lo contrario que el mundo conocido y observable. De los textos
cosmogónicos egipcios se entiende que el nun siempre ha existido, antes de que
ninguna otra cosa, que la tierra o el cielo, hubieran existido. En el nun
anterior a la creación no existía el espacio ni el tiempo.
Si nos fijamos en la
viñeta final del Libro de las Puertas, magníficamente labrada en el sarcófago
de calcita de Seti I (actualmente en el museo Sir John Soane de Londres) o en
el cenotafio del mismo monarca en Abydos, comprobaremos que esta idea también
fue plasmada iconográficamente. Una personificación del nun alza los brazos
sosteniendo la barca solar que viaja por la duat. Por tanto, el espacio acuoso
del nun rodea la duat y al mundo celeste que Nut personifica. A este respecto,
aunque la etimología del nombre de la diosa Nut no es clara, podría significar
algo así como “la de las aguas”, verificando de este modo también una conexión
entre las aguas del nun y las asociadas a Nut.
En definitiva, la
visión del universo que nos transmiten los antiguos egipcios es la de un mundo
conocido, la Tierra, del que Egipto es el centro y queda rodeado por los demás
países extranjeros hasta el límite de los puntos cardinales. Todo ello rodeado
por Nut, el cielo, tanto en su aspecto diurno como en su aspecto nocturno en el
que la duat, como espacio por el que transita el Sol entre el fin del
crepúsculo vespertino y el matutino, queda vinculada. Quedando rodeado,
finalmente, por el nun, un océano infinito, inerte, silencioso y
inimaginablemente oscuro. Es por ello que las fuentes del Nilo se creían
originadas por una resurgencia del nun, mientras que la bóveda celeste era
capaz de protegerlos del nun.
A continuación
presentamos un listado de dioses principales y un conjunto de dioses
secundarios con su representación más común y sus principales caracteristicas.
Nótese que estos dioses forman parte de distintas cosmogonías y que la importancia
de cada uno de ellos varió a lo largo de la historia egipcia y del lugar donde
se le diera culto.
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